Pájaros

El jilguero

Cuando volvió al nido con un gusanito en la boca, el jilguero no encontró a ninguno de sus hijitos. Alguien, durante su ausencia se los había robado.
El jilguero comenzó a buscarlos por todas partes, y trinando, todo el bosque resonaba con sus desesperados reclamos, pero nadie respondía.
Un día, un pinzón le dijo:
—Me parece que he visto a tus hijos en casa del campesino.
El jilguero voló lleno de esperanza y en poco tiempo llegó a la casa del campesino. Se posó en el tejado: no había nadie. Bajó a la era: estaba desierta.
Pero al levantar la cabeza estaba la jaula en la ventana. Sus hijos estaban prisioneros.
Cuando lo vieron, agarrado a los palos de la jaula, se pusieron a piar pidiéndole que los liberase. Él trató de romper con el pico y las patas los barrotes de la prisión, pero fue en vano.
Entonces llorando con desconsuelo, los dejó.
Al día siguiente volvió el jilguero a la jaula donde estaban sus hijos. Los miró. Después, a través de los barrotes, los besó uno a uno por última vez.
Había llevado a sus crías unas yerbas venenosas y los pajaritos murieron.
—Mejor morir —dijo— que perder la libertad.

Leonardo Da Vinci Fábulas y leyendas. Editorial Nauta. Reproducida por revista “La Maga” Número 30 - octubre 1997.

Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan, y se van volando.
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
Rabindranath Tagore




Los pájaros han habitado siempre en la literatura. Los domésticos y los salvajes que conviven con nosotros, nuestra propia ancestría de alas, sus trinos, su lenguaje, su melodía, atraen a los humanos con su misterio y los diferencia de otros animales, tocando el aire y el cielo de nuestra propia espiritualidad.